Entiendo por qué hay tantas canciones que hablan sobre la distancia; es una perra maldita, ojalá pudiéramos caminar abrazados todo el tiempo.
Es un mal latinoamericano la necesidad de hacer contacto físicamente. Es un síntoma del enamorado, del que secreta oxitocina a lo estúpido el no poder separarse por más 24 horas de la persona amada (Para otros más enfermos, ni 30 minutos lejos son soportables) o quizá es culpa del clima tropical que nos hace hervir pasiones por dentro con mayor fervor que a los otros pobladores del planeta que son frívolos hasta con sus hermanos.
La verdad es que estoy justificando a cada uno de nosotros a quienes la distancia nos ha jodido las relaciones. A los que a veces se nos agotan las reservas de auto-control y ocupamos el estímulo (De la presencia) de otros para mantener las promesas que hacemos. No es el clima, no es el sentimiento, ni nuestra procedencia, es el pavor que le tenemos a la soledad y la cobardía que sentimos de aceptar que estamos enfermos de "oxitocinosis".
(No voy a parar los eufemismo, porque soy pusilánime, excepto cuando estás cerca)
Temo aceptar, colegas miedosos, que mientras no la enfrentemos el mismo terror la traerá a nuestras vidas, porque le corta la respiración a esas personas que aferramos por miedo a que se nos vayan y le reduce el espacio para estirar las alas a quienes sólo en la intimidad, cuando les sentimos el aliento y les chupamos la oreja, podemos expresarles lo que sentimos y en público permitimos que la diplomacia y el disimulo mantengan nuestra reputación. Estas personas van a tener que buscar espacio para recuperar las mismas cosas que nosotros les succionamos cuando están a nuestro lado.
Repito, por si no entendió, el alimento de la distancia es el miedo a ella. Y se vuelve un parásito que crece y crece, toma tamaños abismales y ni nos enteramos, porque únicamente la podemos reconocer tangible, "Física" hasta que la mano que apretamos con fuerza pierde la circulación sanguínea y la boca que besamos está seca, hasta que nuestra "oxitocinosis negada" se vuelve el remedio para la del otro.
Por eso la gente normal regala flores, se toma de la mano, se pone sobrenombres "de cariño", se declara en la calle, en plena luz del día, de rodillas y valora esos detalles que para los disimulados y diplomáticos son trivialidades, porque esos actos acercan verdaderamente a las personas...
...Yo creo que mi medicina es llevarte una serenata.
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