sábado, 18 de abril de 2015

La Malandra Redimida

Es un hecho que hay disyuntivas en la vida.

Esta es la historia de una mujer con poca capacidad para empatizar con las personas, no naturalmente, claro; porque biológicamente estamos diseñados para buscar la aceptación de otras personas, lo que nos obliga a ser empáticos; sino por elección. Partiendo de esta premisa, en esta historia vamos a plantear que la mujer era biológicamente normal, pero ha aprendido a cerrarse completamente a las exigencias de la sociedad.

Lastimosamente, esta actitud no puede ser mantenida para siempre, al menos no conscientemente (Hierba mala nunca muere, igual que un hábito que echó raíces) Porque el hambre de cualquier cosa y de cualquier forma, nos hace romper esquemas. Entonces esta mujer cuya conducta es egoísta, descobsiderada y sin preocupaciones de quienes la rodean, en algún momento debe transformarse en un remedo de consideración.

Describamos a la chica en cuestión para que sea mejor comprendido: Esta era una de esas que no ponía atención a las acciones de otros que no le atañían directamente, cuyas relaciones principalmente eran por conveniencia emocional; me refiero a que le daban protagonismo, porque de alguna forma tenía que compensar su necesidad de aceptación; le hacían tener el papel de fortaleza contra el rol de choza que tenían sus contactos.

No obstante conoció a su vasayo, aquel que con dulce encanto logró quebrar sus barreras. Quien de manera sutil le puso pruebas, este que, sin aceptar sus conceptos logró comprenderla, independientemente de las explicaciones que ella proporcionó, logró descifrarla; incluso mejor de lo que lla podía explicarse a sí misma.

Así es, ése reinventó el bombillo, descubrió la cura contra el cancer, creo facebook y google, inventó la palabra Jeovah, es decir, logró lo imposible que es comprender a una mujer, mejor que ella misma. Acorde a este gran logro ella tuvo que ceder, tuvo que ofrecerle su mano por la calle, tuvo que considerar el matrimonio, tuvo que crear una idea nueva sobre la familia, la concepción y el aborto, aprendió a tener anhelos de flores, serenatas y chocolates, a preguntar ¿Cómo están tus hijos? a personas con quienes tenía relaciones forzadas; a interesarse por el contexto de una relación, más allá de sus necesidades físicas, se convirtió en "mujer".

No obstante, su apatía social y el hecho de necesitar afecto, son materia emocional como el agua y el aceite, incompatibles absolutamente... Un tema que a pesar que finja, relinche y zapatee, sigue atacándole desde el subconsciebte y haciéndole ser la misma idiota inconforme consigo misma, únicamente que se comporta como una malandra redimida.

1 comentario:

Sylvita dijo...

Este... bueno, las historias se reinventan, así como los seres humanos lo hacemos, será momento algún día, de decirle a la malandra que desaparezca del todo, de todos lados, porque si explota puede ser peor... habrá que esperar la siguiente historia acerca de la malandra redimida...